En el primer cuarto del siglo XX
Antonio Parra Rubio
Comenzó a pisar las uvas en un improvisado lugar que instaló en este establecimiento. Vendía a granel vinos blancos y tintos para consumo local.
A mediados de septiembre, cuando la luz del verano se iba apagando y el membrillo iba tomando color, las uvas se encontraban en un estado óptimo de maduración para proceder a su pisado, que se hacía de forma artesanal. Dichas uvas provenían de los abundantes viñedos que se cultivaban en muchas de las tierras repartidas por el término municipal de Monesterio. Viñedos de poca producción, pero con cepas curtidas por las frías heladas de invierno y por las altas temperaturas de verano, que proporcionaban unos caldos de excelente calidad. Todo esto llevó a un aumento de la demanda, que trajo consigo la ampliación de la pequeña bodega y la instalación de un despacho para su venta y consumo en el propio local.
La humilde bodega se convertiría en una típica y singular taberna, donde diariamente jarra en mano se servía el vino para su degustación y se vendía por arrobas en las típicas garrafas forradas de esparto.
La taberna comenzó a llenarse de conos y tinajas de barro, donde el mosto llevaba a cabo su proceso de fermentación natural hasta convertirse en vino. Esto daba lugar a que dicho establecimiento comenzara a ser conocido como EL CONO, nombre que ha perdurado hasta la actualidad.
A mediados de los años 50
Jerónimo Parra Muñoz, hijo del fundador
Amplió el local y modernizó las instalaciones, donde elaboraba el vino, el cual se podía degustar junto con otras bebidas en el establecimiento. Comenzó a servir las primeras comidas y tapas de embutidos y carnes ibéricas, así como de caza menor, que eran muy abundantes por entonces, productos provenientes de animales criados de forma extensiva en las vastas dehesas de encinas y alcornoques de la comarca y curados en el microclima natural que proporcionaba la Sierra de Tentudía. Todo esto convirtió al local en una referencia de la gastronomía local.
Las raciones de jamón y lomo en caña de cerdo ibérico de bellota alcanzaron reconocido prestigio siendo muy demandadas por los primeros turistas que en la década de los años 60 comenzaban a circular por la Nacional-630 Gijón-Sevilla.
El Bar El Cono se convirtió con el paso de los años en un lugar de parada obligatoria cuando se visitaba Monesterio.
Desde la década de los 90
Manuel Parra Garrote, nieto del fundador.
Mantuvo el local casi inalterable, siguiendo la senda de sus antecesores. Posteriormente modernizó el local e incorporó nuevos productos y recetas a la carta que ya se ofrecía anteriormente, hasta completar la que se puede degustar en la actualidad.
Se encuentra usted, estimado cliente, en un local que pronto alcanzará el siglo de antigüedad con la misma vocación por el servicio y la calidad, que tuvieron sus antecesores y al que día a día ponemos nuestro empeño para seguir mejorando en la atención de todos aquellos que nos visitan.
